domingo, 7 de marzo de 2021

Ärmelo usted mismo



"Aprende del pasado, prepárate para el futuro, pero vive en el presente".
"Un gran error es arruinar el presente, recordando un pasado que ya no tiene futuro"
"Aquél que se aferra a su pasado muere poco a poco día a día".
"Me gustaría poder volver al pasado, no para cambiar las cosas, pero si para revivir la época en que era feliz y no lo sabía".
"El error del pasado es la sabiduría y el éxito del futuro".
"Una de las cosas más dolorosas es dejar atrás una versión de uno mismo".
Son algunas de las frases y lugares comunes sobre el tiempo, la experiencia y la actitud ante la vida.

Es una reflexión recurrente y propia de la sabiduría popular la de dejar el pasado atrás, y el futuro al futuro. Centrarnos en el presente y darle importancia a los momentos que se están viviendo, en un tiempo gerundio absoluto. 
Hacer un corte en nuestra experiencia, clausurar lo que nos ancla a una memoria  a veces dolorosa o que nos afecta más de lo que quisiéramos. Y por otro lado, enlazar el futuro a lo incierto, a lo inasible desde una conciencia que reconoce en esta indeterminación un principio existencial. Esta conciencia de incertidumbre configura un estado ahora tan reñido  con los presupuestos y pautas culturales de nuestra sociedad, en que priman las recetas del éxito, de obediencia, la lectura de  instrucciones.

Entonces paladear el presente, intensificar sus tonos, reconocer sus matices, se torna un desafío y una actitud de resistencia y de desobediencia.

El análisis sobre el tiempo y la experiencia no deja ajeno a nadie, y  es motivo recurrente  en las personas que tienen afición por compartir sus pensamientos. Hace varios años, cuando era estudiante universitaria, pensé que la definición de la felicidad tenia un sustrato temporal, cuando estamos en consonancia y conformidad con nuestra historia, cuando disfrutamos en máximo potencial sensorial y expresivo nuestras vivencias y el futuro se presenta promisorio, despreocupado, inexistente. Es decir, cuando la conciencia del tiempo se diluye y este pasa a ser absorbido en unicidad  como tiempo y vivencia. La existencia es temporal. Y en esta línea quiero referirme al pasado y los controversiales significados que le son atribuidos.
El pasado conformado por recuerdos fugaces, fotográficos y cinematográficos, por olvidos y resignificaciones, memorias individuales y colectivas, podemos representarlo como haces de luces y sombras que cuelgan como cometa de nuestras trayectorias de vida. Dejar el pasado atrás o desprenderse de él por añoranza o por rechazo es una ficción, ya que implica un movimiento forzado de sacarlo/extirparlo de nosotros y al hacerlo se cosifica y se sitúa en el pedestal de la permanencia, de la inmovilidad,  y por tanto reafirma que sigue ahí intacto, acechándonos y de alguna forma gravitando nuestra experiencia. Negar o anular lo acontecido es creer ilusamente que el tiempo tiene la extraña propiedad de ser objetivado, y con ello los recuerdos y el pasado; les quitamos su categoría de  acontecido. Pienso que por el contrario debemos absorber nuestras vivencias en nosotros, en nuestro presente como aderezo sensible, como luz que abre caminos. La reconciliación con la memoria puede transformarse en un tiempo paralelo que enriquece la experiencia y se torna un espacio de auto-conocimiento.

La búsqueda de la autenticidad como relación con uno mismo implica traslucir nuestras trayectorias, de alguna forma hallar un punto de reconciliación basado en la compasión y la ternura.

"El mayor amigo de la verdad es el tiempo; su más encarnizado enemigo el prejuicio y su constante compañera, la humildad" (Charles, Caleb Colton)

 Escapismo ilógico I Desperté abrumada,  no había alcanzado a resolver el dilema durante el sueño y aún tendría que esperar por una señal má...