martes, 17 de septiembre de 2019

Relato autobiográfico (Ejercicio Biblioteca Comunitaria Guido Eytel)

Enumero las lecturas de mi infancia  pues algún indicio dará sobre mi carácter a quien tenga la afición de escudriñar vidas ajenas para escapar del aburrimiento.
Aunque de progenitores de villa obrera y cordón fabril convulsionado, aprendí la fantasía (y sólo la fantasía) de mi género oprimido, que con el paso de los años pulí de revolución.
A Margarita de Bayle me recitaba mi padre cuya delicadeza me enterneció como pétalo de flor y me pude sentir como la princesa que volaba a coger el resplandor.
Mi primer amor declarado en mi diario de vida con cubierta de caricatura ochentera fue C.S Lewis, quien me acogió en su mundo un periodo prolongado, residí en Narnia durante los dos o quizás tres años en los cuales fui leyendo los siete tomos de los cuales mi predilecto fue la travesía del explorador del amanecer. Prolongué fantasías marinas con Poe y las aventuras de Arthur Gordon Pym, más tarde con las inquietudes de Shanty Andía de Baroja,
Y hoy en día aunque estén todos los mares del planeta explorados y como humanos atrapados en un mundo conocido,
el mar misterio se volvió la propia vida,
hoy navegando y manteniendo a flote el asombro,
circundo islas-personas, archipiélagos-comunidades y continentes-colectivos,
dibujando una  cartografía nueva desde donde apoyar mi prosa
y las imaginaciones que brotan de un sentir común, de unas creencias que se tornan posibles en el ejercicio de convivir en consecuencia.

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