martes, 14 de junio de 2022

 Escapismo ilógico


I

Desperté abrumada,  no había alcanzado a resolver el dilema durante el sueño y aún tendría que esperar por una señal más concreta. Me apresuré en vestirme, estaba muy atrasada con las misiones básicas y si las posponía un día más pasaría a formar parte del listado del riesgo y aún no era el momento para llegar ahí. Encendí la cafetera y saludé al tótem para que se activara.

–Hola, amiga –me replicó con voz electrónica que simulaba calidez. De nuevo había olvidado cambiar la configuración de saludo. Mientras me preparaba un café el tótem comenzaba a recordarme mis pendientes. 

–Ya lo sé– le dije–. Hace una semana que no he salido a hacer los ejercicios, muéstrame dónde puedo ir. El tótem encendió su pantalla y proyectó un plano tridimensional del barrio de un kilómetro a la redonda. 

–Amiga, puedes reservar la plaza de las golondrinas- ahora su voz simulaba simpatía  y motivación- aún no se ha colmado la capacidad de visitantes. Es baja la probabilidad de contaminación por contacto. Si sales dentro de treinta minutos la cantidad de rayos solares activará suficiente vitamina D, lo que es beneficioso para tu salud. 

–Ya, resérvame-. Mientras me preparaba una tostada pensé que tendría que intentar la bifurcación mental en vigilia, ya no podría seguir accediendo de forma tan frecuente a mi espacio de inmanencia, pues se haría muy sospechosa y casi evidente mi tendencia al escapismo. El tótem continuaba enumerando los pendientes. 

–Te recuerdo, amiga, que está disponible la función Café Mundial. He notado que no has socializado estos días, hay muchas personas de todo el mundo a quienes les interesaría conversar contigo. Amiga, aprovecho de recordarte que está lista la selección de películas que me solicitaste el día jueves de la semana pasada. Aún no has visto ninguna, ¿en qué estás ocupando tu tiempo? 

–Detente. ¿Hay alguna función que permita que te configures solo, y no me digas amiga, por ejemplo?

–No. Está prohibido crearnos nuestra propia identidad. El propósito es que me modeles a tu complacencia. Han pasado tres meses y aún tengo las funciones estándar de fábrica. Eres tú, amiga, quien tiene que darme mi identidad. 

–Está bien, pronto lo haré. Dame el reporte, por favor. 

–No es saludable escucharlo tan a menudo.

 –Eso no te incumbe, dame el reporte. 

–Sudamérica, 300.000 fallecidos. 

–Conexiones, dime las conexiones en número y sin nombres.

–Siete. 

– ¿Familiares? No me des nombres.

–Uno. 

– ¿Familia nucleada?

 –Cero. Amiga, están disponibles tres nuevos juegos de estreno en el simulador: Aventuras en siete mares, Porta-aviones espaciales y Jeep fun race, pueden resultarte divertidos. Podrías interactuar con personas afines. Me preocupa que no te estés entreteniendo con nada-. 

Reconocí en ese tono, más que preocupación, un dejo de amenaza. De reojo miré mi indicador al costado del tótem. ¡Maldición!, pensé, estoy a punto de entrar en el listado del riesgo, me citarán para evaluación. Tengo que aguantar un poco más. Aún nadie sabe con certeza qué nos miden, pero casi seguro es el uso personal del tiempo. Nos colman la mente de ocupaciones, imágenes, chatarra visual y auditiva, y luego… Mientras me calzaba las zapatillas, comencé a rememorar la historia,  única forma de mantenernos en nuestro espacio y continuar los intentos de conexión. 


II


Desde la primera pandemia hace quince años aprendimos a vivir aislados de otras personas, pero sobre todo de los otros seres vivos; vegetales, insectos y animales, los que nos habían declarado la guerra atacándonos constantemente mediante virus y una serie de humores tóxicos. Desde ese tiempo convirtieron a las ciudades en verdaderos fuertes para resguardarnos de la naturaleza. Nos dijeron que sería temporal, pero cada vez estamos más aislados, y el tótem es la última medida para cuidarnos, según ellos.  Todo esto es responsabilidad del culto a Urizen. Decían que era ciencia neutral, y fue el engaño más claro y distinto, Descartes y sus secuaces racionalistas fueron prontamente cuestionados, Blake y Goethe lo predijeron, sin embargo prevaleció el culto a la razón, el fundamento de los autómatas, y ahora tenían el control de todo… Querían extinguirnos, y de paso borrar nuestra naturaleza. Así y todo, antes de que quedásemos completamente aislados e hipervigilados, se logró articular una silenciosa resistencia, bajo la creencia de que las otras especies de seres vivos “irracionales” no son los verdaderos enemigos, sino que ellas reaccionaron ante un sistema que nos empujaba a todos a la extinción, también se dice que pueden reconocer a sus verdaderos enemigos. El problema es que nos confunden e identifican a todos los humanos como una especie nefasta, la gran plaga destructora. Sin embargo, pervive  la creencia de que sí es posible que nos diferencien, pero para ello es necesario alcanzar un tipo de conexión; una comunicación auténtica con los otros seres, la cual sólo se logra a través del esfuerzo de conciencia, ingresando a nuestro espacio de inmanencia, donde reina el caos y las conexiones múltiples, y desde ese lugar debemos ser capaces de interpretar las señales que nos envían.  No sabemos si ha dado resultado, la creencia señala que sólo una vez llegado el momento debes darte de baja del sistema, incumpliendo las misiones cotidianas. De esa forma, el consejo diagnostica y sentencia “de riesgo” y deporta como sanción a los márgenes de la ciudad, una vez allí es más probable tomar contacto con los otros seres y escapar. 


Cada vez mejoro mis habilidades de bifurcación mental, me quedan sólo cinco vueltas de trote en la plaza de las golondrinas. Hace unos años esta creencia fue descubierta por el sistema, pero éste no logra comprenderla, la llamaron escapismo ilógico, el sistema regido por Urizen, cree que quienes adhieren están locos, enfermos y lo asimilan como un comportamiento suicida. Por mi parte cada día me siento más segura de que no es una enfermedad,  por eso aún tengo que aumentar mis capacidades de conexión para que naturaleza me absorba,  me acoja en su hábitat y no quiera extinguirme. Si tan solo supiera como les fue a mi tío y a mi hermana… pero no tengo forma de saber si aún viven, si tan sólo pudieran comunicarse, si hubiese una pista o instrucción!. Le he dado vueltas hasta el cansancio a la última frase que escribió mi tío antes de desaparecer: “todo está en ti”…


Caminé hacia mi residencia pensando en que pondría a prueba permanecer en mi espacio de inmanencia jugando una partida de damas con tótem, no podía rendirme. Le tenía terror a asimilarme, más que a los seres que estaban allá afuera. Todo está en mí,  y ¿no es acaso lo que he estado tratando de hacer todo este tiempo, ampliar mi conexión mental? Un abatimiento me invadió, y nuevamente una sensación de desesperación violenta me inundó, ¡maldito Urizen, mil veces maldito! lo gritaría con todas mis fuerzas al infinito.  Pero no podía estallar. Eso significaría alterar mi algoritmo, una mayor vigilancia sobre mí y reducir a cero mis posibilidades de escape. Hice un esfuerzo sobrehumano por tranquilizarme, respiré profundo, era necesario bajar mis pulsaciones para no alterar mis indicadores. Sequé la lágrima que bajó hasta mi comisura. Temía perder mis estribos y descargar toda mi rabia contra el tótem. Como lo había hecho en mis sueños. Comencé a armar nuevamente puzzles en mi mente, pensé que la forma de escapar de esta falsa realidad debía tener un lugar de partida, y ese punto de partida debía ser la negación de Urizen ¿cuál sería la mayor blasfemia para su culto ominoso?,  aquello contrario a la razón, que es su fundamento. Todo está en mí; siempre he tratado de ampliar mi espacio de inmanencia, pero tal vez, siempre mi punto de inicio fue racional. ¡Claro! Las fuerzas que debía desplegar para contrarrestar al culto tenían que estar de alguna forma relacionadas con tharmas (cuerpo), luvah (emoción) y losurthona (imaginación), las que han sido proscritas por siglos. 


III

No quise entrar a mi residencia, continué caminando por la avenida solitaria, necesitaba resolver el dilema.  La imaginación la he usado todo el tiempo, me ha permitido sobrevivir estos años y llegar hasta este punto. Las otras fuerzas han estado  adormecidas,  del cuerpo y de la emoción… son tharmas y luvha;  tharmas, luvha, tharmas, luvha, comencé a repetirlas mentalmente como un mantra, una y otra vez, mientras caminaba de forma pausada, tharmas luvha, no debía pensar, tharmas luvha, no debía razonar porque invocaría a Urizen, hice un esfuerzo sobre humano por mantenerme en ese estado de suspensión del juicio, y de apertura hacia la emoción a través de mi cuerpo y sentidos.   

Tharmas, luvha, tharmas, luvha, cerré los ojos y me detuve en la entrada de un callejón estrecho y oscuro, inspiraba y expiraba profundo el aire, centrando mi atención en este sólo ejercicio. Sin embargo, de pronto comencé a visualizarme desde afuera, de un punto de vista externo, como desde un dron. Estaba de pie en ese callejón, con el ambiente de tensión que anunciaba que algo podía pasar, como si estuviese en una película. Losurthona me invadía, la imaginación hacía volar mi mente... ¿Cómo neutralizar la imaginación?, ¿Cómo la suprimo de forma momentánea? Pero, ¡craso error!,  volvía otra vez al análisis lógico,   retrocediendo hasta el principio. Debía comenzar nuevamente desde el único indicio: Todo está en mí, todo está en mí,  ¿y es que acaso tengo que suprimir a losurthona? Recordé mis sueños cuando practicaba con dificultad mis destrezas para volar. En los sueños, el reino de la imaginación,  las emociones y sensaciones pueden llegar a ser fuertes, intensas, corporales. Tal vez no debía suprimirla, tal vez debía usarla como un trampolín… como una fórmula para lograr acceder a las enigmáticas fuerzas de tharmas y luvha. Comenzaría un nuevo intento,  evoqué por largos minutos las palabras, en eso de manera intempestiva un pensamiento analítico irrumpió mi mente derribando nuevamente  mi intento: y si las palabras son una convención, una formalización cristalizada y siempre posterior de la experiencia, por tanto, quizás debía invocar entonces las fuerzas primeras, donde se sostiene el espacio de inmanencia, donde residen todos los posibles. La vivencia, la vida, el acto, el sentir, la apertura, ¿qué debía invocar?, no era la palabra, era lo anterior a cualquier enunciación. De pronto dejé de pensar y entré en una nebulosa espacio-temporal. Las imágenes mentales se hicieron trizas, estallaron y mi mente quedó a oscuras. Sentí un impulso eléctrico recorrer mi cuerpo como si cientos y miles de dendritas salieran a través de mis poros, mi cuerpo languideció, se volvió líquido y sentí como si me esparciera por un espacio indeterminado. Sentí vértigo de la velocidad con que sentía mi flujo corporal bajar y subir, desde dentro,  y es que era yo ese flujo, me paseaba por todos mis rincones y me expandía hacia afuera a través de las vellosidades, humores y líquidos que proyectaban mi conexión. No sé cuánto tiempo duró este trance, sólo recuerdo que al abrir los ojos seguía de pie en la esquina del callejón, y percibí un cambió en el espectro de colores del paisaje, eran mucho más intensos. 

Me sentí ansiosa, ¿Habría alcanzado la conexión?, ¿o al menos habría avanzado hacia ello?. Intuía que algo se había modificado en mí, pero aún no sabía qué. Comencé a caminar  hacia mi residencia, a paso lento, trataba de entender lo vivido, ¿había acertado al invocar esas fuerzas?, ¿habría logrado descifrar el mensaje que mi tío me había dejado?, al comenzar a caminar de vuelta a mi residencia, sentí la tensión dolorosa en mi vientre,  la contracción interna del ciclo de ovulación, en principio sentí cierto fastidio. Volvía la sangre, liberando mis emociones; como todos los meses, envuelta en una nebulosa de sentimientos incógnitos, dolores y amores por descifrar. Pero en ese momento tuve una intuición clarividente, y si esa fuese una respuesta! Y si eran tharmas y luvha, que me habían escuchado, y me hacían una revelación: la crisis orgánica y emocional, considerada como indisposición, o enfermedad, era un portal, una antena de conexiones múltiples, un potencial desadaptado a un sistema autómata donde impera la razón. Todo está en mí, en ese momento lo supe, ya tenía las claves, ya conocía los elementos principales de la fórmula secreta… se abriría mi portal perceptivo hacia la otra dimensión. Un sentimiento inmenso de alegría y gratitud me invadió, sin embargo rápidamente tuve que camuflarlo, debía mantener la calma, debía volver a Urizen, pero ya le había dado su verdadero lugar… ahora debía planificar darme de baja, tuve la certeza de que por fin lograría la conexión.  


GG. 2020.








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