sábado, 1 de marzo de 2008

Estimados lectores, amigos y amigas, hago público este espacio que he venido construyendo desde hace algún tiempo atrás.
El motivo es que las investigaciones que he estado realizando: la tesis de grado, y las etnografías y análisis paralelos desarrollados en distintos ámbitos, están en una etapa conclutoria. Estas últimas pueden situarse dentro de la corriente teórica-contemporánea de la antropología de la vida cotidiana, pero debo aclarar que más allá de estudios sistemáticos conforman un corpus reflexivo y de observaciones de la realidad social, cultural y subjetiva configurado en el transcurso de la experiencia.


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Espacio literario.



Al llegar a la ciudad descendí a la ruta del metro y comencé a buscar tu nombre en las historias que penden de las paredes. Algún mensaje cifrado me aguardaba –pensaba- y es que te gustaban esos juegos de exhibición y clandestinidad. Recorrí todos los túneles por si encontraba un rastro, una respuesta camuflada capaz de retenerme… solo aparecieron historias ajenas. Al subir las escaleras, aún esperaba tu señal y vi el tumulto, el ruido y el desorden, allí me di cuenta que te había encontrado.



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Era una noche de densa niebla en ciudad camaleónica.
Esta tenía especial efecto en sus originales habitantes, quienes enceguecidos buscaban, mediante las convexas antenas que sobresalían de sus sienes, sintonías desde donde sujetarse.
La niebla caía densa, los seres salían de sus aleros, para beberla y se embriagaban y reían. Pero lo que no sabían, era que la niebla que sus antenas absorbían esa noche era el vaho, la exhalación cansada de toda otra ciudad, inmutable, constreñida, amarrada por la soga interminable que arrastra el sol al circundarla. Esa exhalación fue el truco, y la sustancia que impulsó a los habitantes a danzar en medio de objetos encendidos y estrellas apagadas.


2006



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Comienzo a escribir tu nombre
En una hoja de otoño
Que tiende a su seca disipación
Y a la humedad donde perdura.


Comienzo a escribir tu nombre sobre la arena, cercano a las olas
Que amenazan arrasarlo
Que extienden espumas para abrazarlo

Comienzo a decir tu nombre
Cercano a los rieles
Donde el estruendo silencia el susurro
O lo suma a su extraña sinfonía de tránsitos y posibilidades.

Comienzo a danzar tu nombre en un espacio de luces y sombras
Y tu tiendes a esconderme
Y tu tiendes a reconocerme.


2007

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