viernes, 9 de febrero de 2018

Decálogo para Visitar un Bosque

DECÁLOGO PARA VISITAR UN BOSQUE

Antes de ingresar por el sendero y de avanzar sobre esforzadas raíces y bajo cándidas copas, detente un momento para  preparar tu mente y sentidos a una experiencia diferente.
Piensa que el bosque en su estar quieto y prolongado existe, y en un generoso esfuerzo de ser conocido por otros seres y especies reside una gran riqueza. Es entonces misión del visitante lograr comprender y descifrar el secreto que atesora en su interior. A continuación les dejo algunas pistas que pueden ayudar:

1.- Piensa y siente que estás en un espacio de tiempo, historia y memoria, donde  diversas especies mutuamente implicadas y adaptadas, han desarrollado y compartido sus trayectorias de vida. Considera entonces que estas ingresando en una gran vivienda, una comunidad que ha trascendido y persistido en distintos tiempos.

2.- Haz de cuenta que te presentas frente a un consejo de ancianos,  cortezas robustas de formas sinuosas, con barbas solemnes y ramajes que en su culto y búsqueda solar han desplegado su habilidad de altura. Sus formas de vida han tejido equilibrios dinámicos y sutiles con otros seres.

3.- Considera que allí también habita la infancia del bosque, semillas en pronta germinación, germinadas y almácigos que afloran tímidos entre la alfombra de hojas multicolores. También habitan microorganismos, insectos, aves y mamíferos, todos en comunidad  han devenido en ronda evolutiva y han configurado ese paisaje que ahora observas.

4.- Entonces, resulta necesario que te solicites un permiso interno de vaciamiento y de no invasión. El bosque es un lugar de exploración sensorial auténtica. Por respeto a esa comunidad y por respeto a ti mismo:

5.-Al ingresar inspira profundo, siente los aromas del lugar  y llena tus pulmones de este nuevo aire. Al caminar busca el ritmo de tu respiración y que tus pasos sigan ese compás.

6.- Debes buscar el silencio, primero oír tus pisadas, el sonido de las hojas, continúa buscando el silencio y oirás el cantar de aves, de insectos, el crujido y roce de los ramajes al viento.

7.- Debes liberar, sentir tus manos y palpar la rugosidad de los troncos y cortezas, la textura suave de  las hojas, la ternura de los musgos,  leer con tus dedos la creatividad añosa que han legado los antiguos.

8.- Limpia tu mirada  distinguiendo la gama de colores verdes, amarillos, rojos y marrones que el paisaje próximo te ofrece, percibe el juego de la luz entre la fronda, las arquitecturas que forman musgos, helechos y arañas en la tierra, en los troncos y en la roca.

9.- Si encuentras un curso de agua, siente su frescor en tu rostro y manos. Continúa tu camino silencioso y de contemplación, tu mente estará más receptiva y a la vez despejada de las distorsiones y negatividades propias de la vida urbana en una sociedad competitiva y de consumo.

10.- De pronto ingresarás en un nuevo estado de conciencia, pensarás en cuestiones fundamentales acerca de ti mismo, de tu vida y de nuestra existencia. En este punto habrás descifrado el secreto tesoro del bosque.

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