domingo, 13 de agosto de 2017

Silencio Agorero

Silencio agorero.

 Era una mañana soleada de invierno en la ciudad de los tres pisos humeante a leña de monte y vapor de veredas escarchadas. La luz dibujaba caricias de distinta intensidad en los techos de casas, almacenes y molinos,  el musgo reverdecido aparecía entre las grietas de  los techos y muros, y más allá en los cerros una bandada de jotes sobrevolaba los fragmentos de un bosque muerto. La ciudad adormecía y el bus bajó serpenteando las avenidas de Pedro de Valdivia y Ercilla,  al llegar a  calle Almagro un perro acostado en medio de la calzada, inmóvil y desafiante esquivó apenas al bus.  Abajo  arrodillado,  el  río Imperial transmutando en espejos recita en silencio historias sumergidas de lo muerto y lo viviente,  y abrazando  a la  ciudadela de los vestidos rotos,  le susurra  que espere a los kultrunes, a los pies descalzos  y a los lingues.


Gabriela Garcés, 2016, Carahue.

1 comentario:

Sr. Repe dijo...

potente, quedé sumergida en la atmosfera

 Escapismo ilógico I Desperté abrumada,  no había alcanzado a resolver el dilema durante el sueño y aún tendría que esperar por una señal má...